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Hablamos por los árboles

Joan Cary and Erin Kasdin 8 de Marzo de 2019
Photo by Gerry Ellis/Minden Photography

En 1970, Theodor Geisel, mejor conocido como el Dr. Seuss, pasó una de las tardes de fresca brisa durante sus vacaciones en el elegante Club de Safaris de Monte Kenia, escribiendo la mayor parte del manuscrito de lo que se volvería uno de sus libros más populares y controvertido, El Lórax  

Se trata de una fábula que declara que el consumismo está en contra de la salud ecológica y la sostenibilidad. Narra la historia de un personaje llamado el Fueuna-Vez, quien explota la producción de los Trúfula,  árboles productores de una fibra de cáñamo para tejer y vender los thneeds (todo lo necesario).  Lórax es una bola de pelusa color naranja con rostro alargado y bigotes largos y tupidos, que intenta demostrarle a Fueuna-Vez que el ecosistema entero depende de esos árboles. Sin embargo, Fueuna-Vez hace caso omiso de todas las advertencias y la historia termina con los árboles Trúfula y por lo tanto el ecosistema que los rodea, al borde de la extinción. 

A pesar de la naturaleza fantasiosa de las ilustraciones, la historia podría no ser meramente producto de la imaginación de Geisel sino una representación de la realidad que el autor de esta fábula observó en su viaje a Kenia. 

The Patas monkey of Mount Kenya

Pues resulta que el monte Kenia es el hábitat principal de los monos patas, pequeños primates de color naranja, con un semblante sombrío, que dependen de una especie específica de árboles largos y espigados llamados espinas de acacia sibilante. 

¿Sería posible que el ambiente icónico de este cuento infantil esté basado en una especie real de macaco y en su hábitat en peligro?

Casi cincuenta años después de la primera publicación del libro, Kenia libra una batalla, de inquietante similitud a la fábula de Geisel, con el medio ambiente. Durante la última mitad del siglo, el carbón, la producción de leña, la tala no regulada y el crecimiento urbano han erosionado el frondoso y diverso paisaje Kenia. A mediados de los años ochenta, más del setenta por ciento de los bosques originales de Kenia había desaparecido.

La pérdida de los bosques de Kenia ha tenido efectos de largo alcance en toda su población. Kenia depende de sus montañas y bosques, mismos que actúan como depósitos naturales de agua, capturando y preservando el agua de lluvia durante la época de lluvias y proporcionando agua filtrada de manera natural a los mantos acuíferos y a los arroyos en épocas de sequía. Y además, la pérdida de estos bosques montañosos conduce a inundaciones repentinas, pues el agua de lluvia ya no se ve capturada por las plantas ni absorbida por las raíces de los árboles. 

El futuro de nuestro planeta está íntimamente ligado al futuro de sus bosques.

Como consecuencia, Kenia está plagada de sequía e inundaciones, y las condiciones áridas están haciendo más difícil la agricultura, los cultivos no se logran y esto ocasiona que gran parte de la población enfrente dificultades por falta de alimentos y de agua. Mientras que el mono patas aún no aparece en la lista de especies en peligro de extinción, cabe decir que su población está en declive, en gran parte debido a la pérdida de su hábitat.

Parece ser que la fábula de Geisel se está volviendo realidad. Pero no perdamos las esperanzas pues la respuesta está en los árboles.

La respuesta está en los árboles

«Mientras más árboles haya, menos inundaciones habrá, menor número de fenómenos meteorológicos extremos se presentarán y el entorno en el que vivimos será más estable y saludable», dice Murphy Westwood, un botánico experto mundial en árboles del Morton Arboretum, en las afueras de Chicago, Illinois. 

El informe más reciente del Panel Internacional sobre Cambios Climáticos (IPCC, por sus siglas en inglés) dice: «El futuro de nuestro planeta está íntimamente ligado al futuro de sus bosques».

¡Estas son buenas noticias pues, como bien saben los Leones, podemos plantar árboles! Los bosques pueden renacer. El daño se puede resarcir, aunque no será fácil. 

«La innovación es una función de restricciones», comenta James Shaw, el ministro de Nueva Zelanda para el cambio climático, durante la Cumbre de Acción por el Clima Global en San Francisco en septiembre de 2018. «Cuando uno se enfrenta a serias restricciones, nos forzamos a abrirle paso a la creatividad». 

¿Y qué mejor grupo de innovadores, que los Leones?

Los Leones toman en cuenta todo sobre los árboles

Con más de 1,4 millones de socios, los Leones llegan a tener una voz potente. Y en todo el mundo los Leones alzan la voz para crear conciencia sobre el cambio climático. En el 2011, el entonces presidente internacional Wing-Kun Tam, retó a los Leones a que plantaran un millón de árboles. La respuesta de los Leones a este reto resultó en la plantación de 15 millones de árboles en cada continente y desde entonces la plantación continúa.  

Lions of Kenya planting trees

En Kenia, los clubes de Leones están trabajando con ahínco para evitar que la historia que, inspirado en esas tierras, escribió Geisel, se haga realidad. En el 2013, en colaboración con fundaciones internacionales y locales se plantaron más de 10 millones de árboles en cinco años. 

Ahora bien, no tienen por qué ser millones de árboles. Los bosques se regeneran semilla a semilla. Y una comunidad puede no requerir un nuevo bosque, sino simplemente un árbol para que la gente pueda reposar a la sombra y protegerse de los rayos del sol.

Al final de la historia El Lórax,  Fueuna-Vez se da cuenta de lo que Lorax intentaba decirle. Y entonces, le da a un niño la última semilla de Trúfula.

 «A menos que alguien como tú se preocupe muchísimo, nada va a mejorar, nada lo hará». 


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Joan Cary is the assistant editor for LION Magazine. Erin Kasdin in the senior editor of LION Magazine.

Primate photo by Zoranmilisavljevic83/Getty Images