Fue el 7 de mayo de 2018: el día que dejé mi primera pasantía de verano. Hubiera ganado más de 18.000 dólares durante el verano, pero lo abandoné porque quería hacer algo gratis. Ahora bien, antes de pensar que esta es simplemente otra locura juvenil de un milenio de solo 19 años de edad, permítame contarle mi historia.
Volvamos al primer día de trabajo en una compañía de seguros de London, Ontario, Canadá. Estaba excitado, un poco nervioso y contento de poder finalmente tener un trabajo. Como la mayoría de la gente joven, estaba buscando un lugar que me ofreciera un buen sueldo, horas de trabajo razonables y oportunidades de desarrollo profesional. Este trabajo tenía todo eso, y me sentía honrado de que me hubieran ofrecido el puesto.
Entré a un rascacielos de vidrio cerca de Victoria Park en el centro de London, y tomé el ascensor hasta mi nueva oficina. Conocí a mis compañeros de trabajo, tomé los cursos de capacitación inicial, e incluso asistí a una reunión del equipo. Mi primera impresión del nuevo lugar de trabajo fue excelente.
A las 5 de la tarde, emprendí la vuelta a mi casa. Al salir del edificio y encontrarme con la gente que poblaba las calles de esta ciudad tan bulliciosa, recuerdo que pensé: «Vaya. Me puedo ver trabajando aquí toda mi vida». Ni por un momento pensé que una semana más tarde me iría del trabajo.
Después de tomar el autobús para ir a mi casa, empecé a leer mis mensajes en el teléfono. Uno de ellos tenía un título que me llamó la atención de inmediato: «Enlace León Leo de la Junta Directiva». Cuando comencé a leer el mensaje, me percaté de que me habían seleccionado para ser el co-representante inaugural de todos los Leos y Leones jóvenes en la Junta Directiva de la Asociación Internacional de Clubes de Leones. Este puesto fue creado para que la gente joven tuviera representación a nivel de la Junta Directiva y pudiera expresar su punto de vista. Quedé estupefacto. ¡Mis latidos se aceleraron! Inmediatamente me di cuenta que esto no lo podía dejar pasar.
Al seguir leyendo mi mensaje, me enteré que iba a tener a asistir a cuatro reuniones de la junta directiva durante el año, y en una de ellas iba a tener que faltar a mi trabajo durante dos días al comienzo de julio. No pensé que mi empleador iba a tener problemas si faltaba un par de días sin paga, así que acepté el puesto de la junta ahí mismo.
Hablé con mi jefa al día siguiente y solicité licencia sin goce de sueldo. Inicialmente aprobó mi solicitud, pero tenía que obtener la aprobación final del director del programa de pasantías de verano. Después de varias rondas de negociación, sin embargo, mi jefa me dijo que mi licencia no se había aprobado y que iba a tener que renunciar si quería tomar el puesto de enlace León Leo de la Junta Directiva.
Sabía que no podía dejar pasar esta oportunidad, pero también tenía que tener en cuenta el impacto económico de no tener un trabajo durante el verano. Pasé el fin de semana considerando mis opciones. Por suerte, tenía un compañero de cuarto que me preguntaba una y otra vez por qué sentía tanta pasión por la asociación. Eso me hizo pensar.
Después de asistir a mis primeros proyectos de servicio en un club Leo en el noveno grado, la idea de ayudar a otros me inspiró. Me encantó la idea de que actos muy simples podían crear un efecto multiplicador en la comunidad. También estaba motivado por el respaldo continuo que recibí de mi club de Leones para asumir puestos de liderato. La confianza que depositaron en mí, un adolescente, fue muy importante.
Afortunadamente, mis padres también me alentaron. Y yo tenía una beca. Sé que muchos jóvenes no se pueden dar el lujo de no tener un ingreso todo un verano. Pero al mismo tiempo, no deberían tener miedo a entrar en un terreno inexplorado para hacer algo por lo cual sienten pasión y les significa algo.
Así que, después de una semana de empleo, entregué mi carta de renuncia. Al principio me pregunté si había tomado la decisión correcta. Quizás debía simplemente crecer y convertirme en adulto, en vez de soñar. Pero esos pensamientos poco a poco fueron desapareciendo. Dos meses después de renunciar a mi pasantía, me sentí confiado de haber tomar la decisión correcta. Y después de asistir a mi primera reunión de la junta en Las Vegas, siento ahora más pasión aún sobre los clubes Leo y los clubes de Leones.
Benjamín Franklin dijo una vez: «Algunas personas mueren a los 25 pero no las entierran hasta los 75». Mucha gente se embarca en carreras pocos gratificantes, quejándose de tener un trabajo que demanda muchas horas pero no brinda ni motivación ni futuro. Puede seguir así por 35 o 40 años.
Rico o pobre, joven o viejo, la vida es finita para todos. Así que, ¿para qué malgastarla en algo que no le importa? ¿Por qué no vivir una vida llena de memorias, alimentada por amor, pasión y felicidad? Mi pertenencia a la Asociación Internacional de Clubes de Leones ha satisfecho mi pasión y despertó en mí una nueva alegría.
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Kyle Boutilier es un Leo-León y enlace León Leo de la Junta Directiva de la Asociación Internacional de Clubes de Leones.